Roma, 1-5-2019
CARTA DEL HERMANO SUPERIOR GENERAL Nº 24
Estimados Hermanos, miembros de las Fraternidades Nazarenas, Aspirantes a Hermanos, Comunidades Educativas, Comunidades cristianas, Catequistas y amigos de la Familia Sa-Fa:
Hace pocos días con la celebración de la Pascua, alcanzamos el punto más culminante del calendario litúrgico. En este alegre clima pascual, las lecturas del libro de los Hechos de los Apóstoles que nos acompañan en las celebraciones de las eucaristías relatan el protagonismo del Espíritu Santo en los inicios de la Iglesia. Hombres y mujeres transformados por el Espíritu se convierten de repente en testigos valientes y apasionados de Cristo resucitado y la alegría del Evangelio se va abriendo camino por medio de los Apóstoles.
Confiando en esta garantía del Espíritu y consciente de que Él es el protagonista de la misión de nuestro Instituto os envío esta última Carta. Tres son los motivos que me llevan a escribirla: atraer vuestra atención sobre la celebración de nuestro próximo Capítulo General, dar cuenta sucinta de la actividad del Consejo General en este sexenio que termina y despedirme de vosotros.
Como en anteriores ocasiones, también me mueve a ello el seguir apoyando la experiencia de la propia vocación de cada miembro de la Familia Sa-Fa, favorecer la pertenencia de todos al Instituto y sostener el sentido de nuestra misión en la Iglesia y en el mundo. Tarea en la que experimento muy de cerca el “nosotros carismático” que amplía cada día el horizonte de nuestra familia que nos obliga a pensar, sentir, planificar y colaborar en perspectiva familiar.
En esta perspectiva familiar de pensar, sentir, planificar y compartir me referiré a las tres intenciones expresadas que seguirán el desarrollo de esta Carta: el 38º Capítulo General; el sexenio que ahora terminamos y mi despedida como Superior General. Con este propósito quisiera encontrar las palabras más apropiadas para centrar y poner de relieve estos tres aspectos de interés informativo que el Instituto registra estos días en su agenda y finalizar así la comunicación que he ido manteniendo con vosotros a lo largo de estos doce años. ¿Alcanzaré a expresar lo que os puede interesar? De cualquier forma, estoy seguro de contar con vuestra benevolencia y comprensión. Así pues, confiando en la intercesión de la Sagrada Familia y de nuestro Venerable Fundador, fieles acompañantes de nuestra historia, paso a referir los siguientes puntos. Veamos:
El 38º Capítulo General
Ya han transcurrido varios meses desde la convocatoria del 38º Capítulo General. Con tiempo oportuno se anunció el tema, el lugar y las fechas de celebración. Ya se ha realizado la elección de los Delegados en todas las Provincias y la designación de los invitados por la Administración General. Igualmente, se han enviado tres Circulares con las indicaciones relativas a la celebración y la organización. Asimismo, la Comisión Precapitular envió oportunamente las Fichas preparatorias con el fin de recoger las sensibilidades y opiniones de los diferentes miembros del Instituto. Finalmente, hemos recibido de las Provincias las informaciones de cada una de ellas para elaborar el Informe General a presentar al Capítulo.
Recuerdo también de modo especial, para los miembros de la Familia Sa-Fa que no conozcan bien el vocabulario de la Congregación, que un Capítulo General reúne cada seis años a los Delegados procedentes de todo el Instituto para analizar el presente, orientar el futuro, legislar si fuere preciso y elegir las nuevas autoridades. Así pues, dicha celebración es un momento favorable para tomar conciencia de nuestra realidad, impulsar la vida y misión del Instituto y discernir opciones de futuro. Por lo tanto, es importante que ya desde ahora hagamos de este acontecimiento motivo de nuestra oración para que el Espíritu Santo sea el protagonista de nuestros trabajos.
El canon 631 atribuye a los Capítulos dos dimensiones principales a tener en cuenta. La primera, “proteger el patrimonio del Instituto (naturaleza, fin, carisma, carácter, sanas tradiciones) y procurar la renovación en conformidad con este patrimonio” y la segunda, “elegir al Superior General y al nuevo Consejo para dirigir la Congregación hasta el siguiente Capítulo”. Atribuciones que nuestras Constituciones especifican más detalladamente en el número 239. Corresponde a los participantes capitulares cuidar estas tareas y a todos los miembros de la Familia Sa-Fa prepararnos para que dicha celebración constituya un tiempo fuerte de oración, de revisión, de reflexión y de orientación para buscar juntos la voluntad de Dios. Os invito desde ahora a poner nuestra atención en este acontecimiento que implica a todos.
Abundando en el recuerdo, haré también una alusión muy sucinta al hilo conductor de los últimos Capítulos Generales celebrados: “Ser Hermano un proyecto de Instituto” en el 2001, en relación con nuestra identidad de religiosos Hermanos; “Nazaret, escuela de humanidad” en el 2007, en consonancia con nuestra misión y “El carisma Sa-Fa una buena noticia en el corazón de las culturas” en el 2013, en perspectiva de ofrecer nuestro carisma como una buena noticia evangélica. Todos estos puntos de referencia nos han permitido elaborar los correspondientes Proyectos de Vida y reforzar el sentimiento de pertenencia y de unidad en todo el Instituto.
En línea de continuidad, el tema propuesto para el 38 Capítulo General “La Familia Sa-Fa llamada a vivir y compartir la alegría del Evangelio” quiere estar en sintonía con la insistencia que nos hace la Iglesia a recuperar la alegría de vivir el Evangelio mediante el encuentro con Jesús. Un enunciado que debe concretarse para los miembros de la Familia Sa-Fa en la manera de vivir y expresar la alegría del Evangelio en nuestra identidad, en nuestra consagración, en nuestra misión, en nuestra vocación, en nuestra formación y en nuestra corresponsabilidad.
Así pues, nuestra celebración capitular se propone releer nuestro carisma desde la alegría del Evangelio. Dicho núcleo orientador nos invita a evangelizar nuestras vidas desde la propia coherencia, desde el estilo de relaciones y desde los destinatarios de nuestra misión. Por lo tanto, el Capítulo General quiere invitarnos a recuperar, a vivir y a proclamar la alegría original del Evangelio y desea que el próximo Proyecto de Vida del Instituto se escriba bajo esta perspectiva de la alegría.
Desde esta perspectiva, la Familia Sa-Fa tiene que ser consciente de que transmite una buena noticia y que las buenas noticias se dan con buena cara para que sean Parábola del Reino, porque una institución evangeliza cuando testimonia con alegría la presencia de Dios y va a la búsqueda de quienes no lo han experimentado. En este camino, la alegría evangélica es terapéutica ante tantos acontecimientos tristes que encontramos en el mundo, en la Iglesia y también en nuestra institución. Necesitamos vivir la alegría evangélica para comprender que nuestros problemas no tienen solución solo en nosotros pues como dice el salmo 126: “si el Señor no construye la casa en vano se cansan los albañiles y Dios da el pan a sus amigos mientras duermen”. La confianza absoluta en el Padre es la fuente de donde nace toda alegría. Las Constituciones de los Hermanos recuerdan que “la paz y la alegría son dones pascuales”. Así pues, la alegría del Evangelio será el telón de fondo de nuestros trabajos capitulares.
Se trata sencillamente de una alegría que nos revela la ternura, la bondad y el rostro misericordioso del Padre. Ya en los primeros tiempos de la proclamación del Evangelio el valor de la alegría es bien patente: “se llenaron de alegría”; “vuestra alegría se convertirá en gozo”; «os he hablado de esto para que mi alegría permanezca en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud” etc. Esperamos que la reflexión capitular nos ofrezca nuevas motivaciones de alegría evangélica para optar por un estilo de vida gozoso en todos los ambientes relacionales de la Familia Sa-Fa. Se trata de una propuesta de camino a recorrer y de un estilo pedagógico de evangelizar.
Un estilo de vida que se comunica por medio de pequeños detalles: una sonrisa oportuna, una muestra de comprensión, una palabra de apoyo, un gesto de consuelo, la compañía a un enfermo, la visita a una familia en dificultad o también pidiendo perdón por nuestras equivocaciones. Estas sencillas acciones aligeran tensiones y transmiten alegría a las personas. En efecto, todos tenemos la experiencia de que a lo largo de la vida recordamos más a las personas por sus gestos sencillos de amor y de bondad que por sus puestos honoríficos. Ahora bien, saber conjugar la alegría del Evangelio con la aceptación del dolor que acompaña las crisis y dificultades de la vida es una buena prueba de fe a superar cada día.
Aun en medio de las pruebas y dificultades de la vida, la fuerza de la fe y la certeza de que Él sigue presente junto a nosotros ayuda a superar la debilidad de los estados de ánimo y a permanecer firmes. Solo desde la vivencia de esta fe es posible llevar al mundo un poco de alegría, esperanza y consolación que tanto necesita. Así pues, anunciar la alegría del Evangelio es nuestra misión, nuestra identidad y nuestra profecía como Familia Sa-Fa. El anuncio del Evangelio no es particularmente una cuestión de transmisión de verdades y de relatos sino, ante todo, de testimonio, de acogida, de escucha y de benevolencia al estilo de vida de Jesús.
Por todas estas consideraciones, el Capítulo General atañe a toda la Familia Sa-Fa y debe ser preocupación de todos aunque la participación presencial sea limitada. Por ello, debemos seguir reflexionando personalmente o en grupos sobre cuantos asuntos y temas parezcan importantes para los trabajos del Capítulo ya que debemos tener la convicción de que todo Capítulo es un nuevo paso en el proceso de renovación al que el Señor nos convoca.
Para más información os comunico que el desarrollo del Capítulo tendrá dos partes. Durante la primera semana, los Hermanos y Laicos trabajarán conjuntamente sobre los contextos sociales y religiosos en los que se mueve el Instituto hoy, las llamadas que nos interpelan y las respuestas que debemos (de) dar. Las semanas siguientes los Hermanos elaborarán el Proyecto de Vida del Instituto, las decisiones y las orientaciones a seguir en el próximo sexenio y elegirán las personas que lo lleven adelante.
Me permito recordar a los miembros que asistirán al Capítulo que participar no consiste solo en programar y organizar tareas. Entrar en la dinámica de un Capítulo es, ante todo, asumir un proceso de fe, de libertad interior, de celo apostólico y de discernimiento para que el Espíritu pueda actuar en nuestras reuniones. Así pues, sugiero a los capitulares que dejen de lado ideas preconcebidas, planteamientos reivindicativos, intereses regionales o visiones partidistas. Es verdad que podemos considerar, ver o juzgar la celebración de nuestro Capítulo General desde puntos de vista diferentes pero hay uno que no puede faltar: la perspectiva de fe. Evidentemente, no todo se va a arreglar en un Capítulo, pero la buena disposición de todos ayudará a descubrir nuevos horizontes y a estimular la vida y la misión del Instituto.
Prepararnos para celebrar el Capítulo supone purificación de intereses y oración sostenida. En definitiva, conversión de corazón a los valores del Reino. Ya tenemos mucha experiencia de que los Capítulos no son tan eficaces por los documentos que elaboran sino por la capacidad de transformar la mente y el corazón de los miembros de la Familia Sa-Fa. Por eso, este tiempo previo es una oportunidad para prepararnos oportunamente con la oración y la reflexión.
Es verdad que nuestro Capítulo, como cualquier acontecimiento humano, está expuesto a sutiles desalientos como el pensar que los bellos textos no se traducen en hechos; que las nuevas expresiones de lenguaje no renuevan nuestros modos de pensar y de actuar; que redactar un buen documento no supone ya orientar nuevas formas de vida y de evangelización. Existe también otro riesgo de confiar excesivamente en soluciones puramente intelectuales o espirituales. No sé en qué medida nos hallamos reflejados en estos comentarios pero tenemos la obligación de superarlos.
Como creyentes en el Espíritu, debemos acudir a Él para contrastar las visiones, para abrirnos a nuevas posibilidades y para integrar lo que nos une. Hay que tener la convicción de que todo encuentro congregacional es un hecho de fe en el Señor. Él nos conduce y nos ofrece siempre un horizonte. Así pues, espero que el próximo Capítulo General mantenga el impulso de los celebrados anteriormente y confío en que seremos capaces de analizar seriamente los desafíos de nuestra vida y misión y elaborar un Proyecto de Vida que nos ayude en los próximos seis años.
El sexenio que termina
Durante estos últimos meses el Consejo General ha estado ultimando el Informe que presentará al 38 Capítulo General. Una tarea que tiene su cansancio pero también sus alegrías. En él aparece la riqueza de la vida y de la misión del Instituto con sus luces y sombras y en mi opinión con más luces que sombras. Por ello me atrevo a señalar que el sexenio que termina hay que valorarlo dentro del itinerario que está siguiendo el Instituto en su caminar eclesial, carismático y social. Mirando el camino que como Congregación hemos ido haciendo en estos seis últimos años, somos conscientes de que hay que remarcar la vida de cuantas personas hacen posible la continuidad del Instituto.
En este contexto, los seis años pasados constituyen un paso más en el caminar histórico de la Familia Sa-Fa. Nos hemos movido entre posibilidades y limitaciones pero con la mirada puesta en las orientaciones de la Iglesia, del Capítulo anterior, de las indicaciones del Plan de Acción del Consejo General y de las llamadas del mundo. En particular nos hemos sentido afectados por el dolor que supone el que varios de nuestros Hermanos abandonen el Instituto por motivos diversos, por los que han contraído serias enfermedades y por los Hermanos fallecidos. Asimismo, es preocupante comprobar cómo la vocación del Hermano tiene poco seguimiento en algunos lugares y en otros se prevén dificultades de futuro por la escasez de candidatos y por la alta media de edad de los Hermanos.
En el Consejo hemos trabajado buscando la comunión y asumiendo las aportaciones de sus miembros según las cualidades y posibilidades personales y aunque no hayan faltado dificultades hemos intentado atender proporcionalmente las áreas de gobierno, de la espiritualidad, de la formación, de las vocaciones, del apostolado y de la economía. Hemos procurado conjugar lo general y lo particular así como atender lo mejor posible las Delegaciones confiadas a la Administración General: Filipinas e Indonesia-Timor Leste, que en estos momentos suman más miembros que algunas Provincias.
Del Proyecto de Vida del Instituto hemos hecho nuestra hoja de ruta de animación. El contenido del texto fue ampliamente difundido y comentado en los diversos ambientes de nuestra vida y misión. Asimismo, ha sido tenido muy en cuenta en los distintos momentos de animación de la vida de las Provincias y en los Capítulos Provinciales.
Enumerar todos los puntos y los aspectos de los que nos hemos ocupado como Consejo General excede de las intenciones de esta Carta aunque detalladamente aparecerán en la información que se aportará a los capitulares. En todo caso, no era nuestro objetivo alcanzar resultados inmediatos sino seguir poniendo en marcha pequeños procesos para sostener e impulsar la vida. Me permito señalar unas pinceladas que han retenido más significativamente nuestra atención. Me limitaré a seis de ellas por el valor simbólico de los seis años del sexenio:
- a) Los nombramientos de los responsables provinciales. Tan pronto como terminó el 37 Capítulo comenzamos la tramitación de los nombramientos de los Hermanos Provinciales y de sus respectivos Consejos para el primer trienio. De igual manera, tras las consultas pertinentes a los Hermanos del Instituto, en octubre del 2016 quedaron formadas las nuevas autoridades para el segundo trienio. Es de agradecer la disponibilidad de los Hermanos nombrados para estos cometidos así como la dedicación y entrega a sus respectivas misiones. Con la misma finalidad participativa, se han celebrado en cada uno de los dos trienios pasados la XVI y XVII reunión del Consejo General con los Hermanos Provinciales. Estas reuniones a la vez que han favorecido los lazos de unidad del Instituto nos han estimulado a tomar conciencia de lo que nos une, de los objetivos a seguir y de las respuestas a dar. Particular tarea de esos encuentros ha sido el seguimiento de las Decisiones y Orientaciones del 37º Capítulo General y las aportaciones para la preparación del próximo 38º.
- b) La comunicación. Una de nuestras preocupaciones ha sido el cuidado de nuestra comunicación con la Congregación, orientación que se nos sugería en el pasado Capítulo. En ello la página web publicada en cinco idiomas, con 40 entradas fijas y otras 20 que se van actualizando, nos ha servido de gran ayuda. Hay que señalar también la “publicación del “L´Entretien” (dos números al año); la publicación bimensual «En familia: noticias del Instituto» o la “Presentación de Comunidades”, las “Cartas y Mensajes enviados desde la Administración General” y la “Feuille d´Information” enviadas después de cada reunión del Consejo General. Conviene destacar también los documentos del Instituto aprobados en este sexenio : “El Plan general de Administración de Bienes”; “El servicio de la autoridad en la Comunidad local” y el “Manual del Secretario provincial”. Ahora bien, somos conscientes y aceptamos los retos propios de los procesos de comunicación en los que cuenta no solo lo que se quiere decir, sino lo que los demás entienden.
- c) La misión “ad gentes” y la inculturalidad. La misión “ad gentes” ha estado presente en cada una de nuestras reuniones. En este sexenio la Congregación se ha extendido a nuevos países. Se han abierto las Comunidades de Kupang (Indonesia) y Bucoli (Timor Leste) en 2014, la de Savariyar Patanan en 2015 (India), la de Tamalé (Ghana) en 2016, y en Namoungou (Burkina Faso) en 2016. A lo largo del sexenio hemos visto empezar la construcción de nuevos centros escolares en Bangalore y Kurdeg (India) y nuevas ampliaciones en algunos centros existentes. Hay que anotar también que un número importante de Hermanos trabaja en países de “misión ad gentes” y desarrollan una gran actividad de formación y de promoción vocacional. Estas nuevas realizaciones a mi parecer indican un signo de la vitalidad de una Congregación que sigue optando por ofrecer nuestro carisma a todas las culturas. Merece señalar también cómo la inculturación del carisma Sa-Fa va haciéndose presente en diversas culturas y naciones. Poco a poco se constata que el rostro de la Congregación está experimentando un fuerte cambio debido a la restructuración que venimos haciendo de las Provincias y a la implantación del carisma en nuevos países. Esto implica que paso a poso las Comunidades de Hermanos van dando pasos a ser Comunidades internacionales. De las 63 Comunidades del Instituto unas 26 de ellas están formadas por Hermanos de diversas nacionalidades. Todo ello supone un serio esfuerzo de pensar desde la otra cultura y de aceptar un cierto modo de relacionarse, de trabajar, de convivir y de celebrar.
- d) Las celebraciones y efemérides. Han dado una nota específica al sexenio las importantes y múltiples celebraciones jubilares, de entre las que destaco los 150 años de la muerte del Fundador celebrada en el año 2014. Este aniversario fue una buena ocasión para apreciarle como compañero de camino y ser fieles a su espíritu, a sus intenciones evangélicas y a su ejemplo de santidad. Muchos de los materiales elaborados con esta ocasión siguen siendo muy válidos. También se han celebrado los 170, 125, 75, 50 o 25 años de la fundación de algunas Comunidades. Celebraciones que han ayudado a comprender la historia en línea de continuidad carismática. La celebración de los Capítulos Provinciales con participación de los laicos ha favorecido la conciencia de identidad carismática de los miembros de la Familia Sa-Fa y ha ayudado al conocimiento mutuo y a una mayor conciencia de misión compartida. El III Encuentro Internacional de Fraternidades Nazarenas, celebrado en Buenos Aires (Argentina) en 2015, nos dio la oportunidad de dialogar sobre las diferentes formas y maneras de colaborar en la misión del Instituto a través de la catequesis, la educación, la parroquia o la familia. El conjunto de estas celebraciones prueba que el Instituto sigue vivo con la suma de todos.
- e) Los proyectos de ampliación y de mejora de las instalaciones. A lo largo del sexenio el Consejo General ha aprobado 40 proyectos respecto a nuevas construcciones, reestructuraciones de inmuebles o nuevas adquisiciones. Solicitudes que han sido realizadas por las Provincias o por las Delegaciones dependientes de la Administración General. Estos planes de mejora justifican el desarrollo de nuestra política de calidad educativa y evangelizadora al servicio de la misión. Particular urgencia de dichas construcciones se presentan en las nuevas fundaciones.
- f) Las visitas canónicas. Con las limitaciones propias de cada lugar, hemos podido llevar a cabo las visitas canónicas de cada trienio a cada Provincia y Delegación. Dichas visitas han sido un tiempo apropiado para el encuentro personal, la afirmación de nuestra pertenencia al Instituto y una ocasión de cercanía a la vida y a la misión de cada Comunidad. Por nuestra parte, de manera natural y sencilla, hemos vuelto a recordar a los Hermanos las invitaciones del 37º Capítulo General, las llamadas actuales de la Iglesia y las urgencias de la vida consagrada hoy. Asimismo, en cada lugar, hemos ido invitando a los Hermanos a dialogar con confianza y verdad sobre los aspectos relativos a la vida de los Hermanos, de la Comunidad y de la Provincia.
También comprobamos con satisfacción, el afianzamiento de la identidad e integración del laico Sa-Fa. Aunque este proceso es desigual en las Provincias, en todos los lugares se percibe el compromiso creciente de los laicos con el carisma del Instituto. Muchos de los agentes de pastoral y de educación son seglares. También bastantes seglares tienen a la Sagrada Familia y al Venerable Hermano Gabriel como fuente de espiritualidad. A lo largo del sexenio hemos podido comprobar que cada vez más la misión del Instituto se vive y se lleva a cabo en estrecha unión con los laicos. Aumentan los procesos de formación conjunta entre Hermanos y Laicos y poco a poco se va descubriendo el “nosotros carismático” con conciencia de misión compartida.
Estas someras informaciones expuestas anteriormente nos permiten comprobar que el Instituto está vivo en los lugares de misión, es fecundo en las diversas culturas y capaz de emprender nuevos caminos de evangelización en fidelidad a la misión que nos ha confiado la Iglesia. Evidentemente, la vida ha sido mucho más rica de la selección ofrecida en esta Carta pero esas breves pinceladas son una prueba de que el sexenio 2013-2019 se ha desarrollado con suficientes muestras de información, participación, realización y de corresponsabilidad. Al recordar estos datos invitamos a interpretarlos desde la fe y con una visión congregacional de Iglesia.
En definitiva, creemos que el sexenio ha transcurrido con la serenidad de una familia que intenta mantener la vivencia del propio carisma y dar continuidad al testimonio de vida evangélica de cuantos formamos la Familia Sa-Fa. Como Consejo damos gracias por la colaboración de todos y por la vida que el Señor nos ha permitido realizar durante este período. Pedimos también disculpas por las omisiones, los errores y desaciertos que hayamos podido tener en el desempeño de nuestra misión.
Un recuerdo agradecido
Tengo sobre mi mesa los Informes recibidos de los Hermanos Provinciales para el Capítulo. En ellos se recogen las listas de los Hermanos, de los miembros de las Fraternidades, de los profesores, de los catequistas, de los alumnos y de los colaboradores, así como de las principales actividades de nuestra misión. Todos estos datos son una valiosa muestra de la diversidad de vocaciones bajo un mismo carisma y de la dilatada comunidad que formamos. A la vista de estos nombres y actividades, ¡cómo no experimentar un profundo sentimiento de gratitud a Dios y a todos los miembros de la Familia Sa-Fa!
Por todo ello, al concluir la responsabilidad que me confió el Instituto quiero agradecer en esta Carta todas las muestras de disponibilidad y de colaboración que he sentido a lo largo de estos doce años. Gracias a los Hermanos por los testimonios de disponibilidad, de oración y de fraternidad. Me he sentido estimulado por la vida sencilla de muchos de ellos llena de caridad, de trabajo, de silencio y de serena aceptación de la enfermedad.
Gracias también a los Consejos Provinciales y Delegados de la Administración General por el servicio de su misión y por la ayuda que me han prestado en todo momento. Gracias a las Fraternidades Nazarenas por los anhelos de compartir la misión, la espiritualidad y la vida. Gracias también a los laicos de la Familia Sa-Fa por su adhesión al Instituto y por los testimonios de ayuda mutua y cómo no, gracias a Dios por la fecundidad del carisma Sa-Fa encarnado en las diversas vocaciones implicadas en la misión del Instituto. Detener mi mirada ante todos vosotros me lleva a reconocer una vez más que la mayor riqueza del Instituto son las personas.
Considero un privilegio conocer personalmente a cada Hermano de la Congregación y haber entrado en contacto también con muchos miembros de las Fraternidades, profesores, catequistas, alumnos y animadores de los Movimientos Sa-Fa. Me ha estimulado la preocupación apostólica de muchos Hermanos, su empeño por la evangelización y la formación, su responsabilidad en las tareas encomendadas, los gestos de fraternidad en la vida comunitaria y el afán de nuestras Comunidades para seguir siendo referencia constante de las Comunidades Educativas. En este tiempo he tenido también la oportunidad de experimentar que hermanos y hermanas de las Fraternidades Nazarenas siguen prometiendo vivir el Evangelio en su condición de vida. Igualmente, me he alegrado al ver a muchos profesores laicos seriamente comprometidos con el carisma Sa-Fa. Me ha estimulado contemplar a tantos jóvenes catequistas implicados en tareas de evangelización. Me ha alegrado conocer que numerosas familias siguen confiando la educación de sus hijos a nuestra institución y saber que algunos obispos y párrocos siguen pidiendo nuestra colaboración para la evangelización de sus diócesis y parroquias. Todo ello me ha servido para conocer y valorar más de cerca la vida del Instituto.
Igualmente, me ha sido de gran estímulo la participación en los encuentros de Superiores Generales en Roma, informaciones de la Curia romana y la ayuda recibida de varias Congregaciones en el inicio de las nuevas fundaciones. Varias de estas Congregaciones han sido verdaderos ángeles que nos han acompañado en todo momento. Todas estas experiencias me han permitido percibir y experimentar la espiritualidad de comunión en la Iglesia.
Cuando asumí la responsabilidad de animar la Congregación puse toda mi confianza en el Señor e insistentemente pedí la ayuda de su Espíritu para que Él fuera el estímulo de la vida y misión de cada Hermano y de los miembros de la Familia Sa-Fa. Todo sumado, me lleva a tener la certeza de que durante estos doce años he recibido mucho más de lo que he aportado. En medio de los Hermanos, he sido testigo de valiosos testimonios de vida consagrada al Señor. He visto Hermanos y Laicos con notoria capacidad de servicio para hacer agradable la vida comunitaria e institucional. Me ha confortado la vida sencilla de muchos miembros de la Familia Sa-Fa que viven nuestro lema: oración, trabajo y amor en medio de muchas pruebas y dificultades. He sentido la partida de los Hermanos y miembros de la Familia Sa-Fa que pasaron a la casa del Padre.
Durante estos años de responsabilidad directa he procurado, dentro de mis posibilidades, dedicarme al sostenimiento de la vida del Instituto. También he sentido como mías las deficiencias personales, comunitarias e institucionales que se han ido produciendo en el transcurso de los días. En algunas ocasiones, la vida religiosa de las Comunidades se ha visto resentida, en otras se podía esperar un poco más del servicio evangelizador y profesional de nuestras Comunidades Educativas y de alguna manera no han faltado ocasiones en las que se ha caído en valorar más las estructuras que las personas. Cuando me pongo a pensar en esas partes oscuras de nuestra vida que acallan el espíritu de las Bienaventuranzas, me siento culpable por lo que no hice o por cuanto contribuí a mantener esa mediocridad. Por situaciones así es bueno que practiquemos la reconciliación institucional necesaria para vivir con gozo la misión que nos ha confiado la Iglesia.
A lo largo de estos años y en unión con el Consejo General hemos ido dando a conocer las actividades más relevantes de nuestro servicio al Instituto en fidelidad a las Constituciones, a las tareas encomendadas por el anterior Capítulo General y en conformidad con el Plan de Acción del Consejo. El gobierno de la vida consagrada es una tarea compleja que exige conjugar la vida religiosa, apostólica, organizativa y económica, y tener el corazón bien abierto para no adormecer la vida carismática del Instituto. Además no basta gestionar las obras sino proponer y realizar proyectos encaminados a abrir caminos de futuro a la nuevas generaciones. En el Consejo General hemos procurado llegar a consensuar las decisiones tomadas acortando las posibles diferencias, reconociendo también que detrás de esta misión colectiva ha habido igualmente rasgos personales en el modo de realizarla. Conforme a las exigencias que se nos iban presentando hemos procurado actuar con trasparencia, conscientes de que el ejercicio de la autoridad es un medio y no un fin.
Finalmente, queridos amigos, por lo que haya habido de descuido por mi parte, pido perdón al Señor y a cada uno de vosotros. Estoy seguro de que como he sido testigo de tantas muestras de condescendencia por vuestra parte, espero que no tengáis en cuenta los errores y los fallos que en muchas ocasiones yo haya podido cometer. Que Dios Padre, rico en misericordia, nos renueve a todos con espíritu firme.
Sigo invitando a todos los miembros de la Familia Sa-Fa a seguir creyendo en el Instituto como obra de Dios y parte de la Iglesia; a amar al Instituto de hoy con sus cansancios, debilidades y esperanzas; a esperar que el Instituto siga hablando de Cristo y descubra la fuerza evangelizadora de su carisma; a pedir perdón por nuestra debilidad en el seguimiento de Cristo y a interceder por el Instituto para que su servicio a la Iglesia y al mundo pueda continuar en el tiempo. Deseo que este “nosotros congregacional” sea cada vez más incluyente y comprometido.
Expreso mi más sincero agradecimiento a los Hermanos que han sido los colaboradores más inmediatos en el Gobierno de la Congregación durante el sexenio que acabamos de concluir: Hermanos Francisco Javier Hernando, Firmin Tankoano, Edgardo Bruzzoni, Enzo Biemmi y Francisco Cabrerizo. Mi sincero agradecimiento también al Hermano Mario Fierro, Postulador de la Causa, al Hermano Teodoro Berzal, Director del Centro de Espiritualidad y a los Hermanos Raphael Simporé, Roberto Fontana, Ernani Welter y Efraím González, traductores incansables. Doy testimonio de su amor a la Congregación y de su entrega generosa a la obra del Instituto a través de las responsabilidades que les han sido encomendadas. Es un agradecimiento que amplío a todos los que habéis ejercido servicios de responsabilidad en los distintos campos de la Familia Sa-Fa: directores de colegios, administradores, profesores, catequistas, animadores, personal de servicio, juntas de padres y madres de familia etc., por el servicio de corresponsabilidad en el ejercicio de vuestra misión. Gracias.
Al concluir el tiempo de mi servicio al Instituto he encontrado muchas muestras de la bondad y misericordia de Dios en mi propia vida y en la vida de la Familia Sa-Fa y como soy consciente de la temporalidad de gobierno me dispongo para seguir sirviendo a la Congregación de otro modo, sabedor de que el Señor siempre tiene sucesores para seguir su obra.
Y para finalizar
Concluyo esta Carta invitando a todos a entrar en un período de experiencia espiritual y comunión con todo el Instituto. Con motivo de la celebración del próximo Capítulo General, tratemos de ir creando un clima favorable para que las Comunidades religiosas y educativas, Fraternidades, grupos juveniles y parroquiales Sa-Fa se impliquen en la renovación espiritual, apostólica y corresponsable del Instituto. Vivamos este tiempo preparatorio del 38º Capítulo en la acción de gracias, en la esperanza y en la práctica de las virtudes nazarenas.
Que en compañía del Venerable Hermano Gabriel lleguemos a Nazaret y encontremos allí la sabiduría que nos guíe en la vida.
- Juan Andrés Martos Moro SG