Roma a 20 de abril de 2020
Estimados Hermanos, miembros de las Fraternidades Nazarenas, Aspirantes a Hermanos, Comunidades Educativas, Comunidades cristianas, Catequistas y amigos de la Familia Sa-Fa:
Recibid en mi nombre y en nombre del Consejo General un fraternal saludo y nuestros mejores deseos de que el Señor nos conceda la paz y la alegría en este tiempo de Pascua.
La contemplación de la resurrección de Jesús nos abre el horizonte de la esperanza en un momento difícil para tanta gente que sufre las consecuencias del coronavirus, el terrorismo, las guerras, el hambre y la recesión económica.
En este momento todos los Hermanos están bien. El Hermano Basile Ramde de la Comunidad de Ars (Francia) y el H. Victor Sawadogo de la Comunidad de Ouagadougou (Burkina Faso) han contraído el coronavirus, pero gracias a Dios se encuentran bien. El resto de los Hermanos están confinados en sus Comunidades en todos los países. La prudencia y el cumplimiento de las leyes deben ser los criterios a seguir.
Nos han llegado noticias del fallecimiento de algunos familiares de Hermanos, de familiares de miembros de la Familia Sa-Fa o de amigos de los Hermanos. Ponemos en las manos del Señor a estas personas fallecidas y a sus familias para que encuentren en Él la misericordia y el consuelo.
Todas nuestras obras apostólicas están cerradas pero se sigue la actividad docente on-line en la media de las posibilidades de cada lugar. Las leyes de los gobiernos respectivos han sido cumplidas en todos los casos.
Algunas casas de formación continúan su vida cotidiana en el interior de las mismas. En algunos lugares se ha enviado a los aspirantes a casa. De momento Hermanos y formandos están bien.
La Administración General y las Provincias han suspendido las reuniones presenciales, los encuentros y las visitas canónicas previstas para estos meses. Así mismo, algunos Hermanos que debían viajar por razones de misión no han podido hacerlo y las actividades vocacionales, pastorales y educativas programadas se han tenido que suspender. Todo ello está generando una serie de limitaciones y pérdidas en todos los sentidos, que se van acumulando con el paso de los días, y que tendrán consecuencias en nuestra vida y misión.
Desde nuestro carisma nazareno debemos mirar esta situación con sentido solidario y responsable. Podemos aportar el rostro de Cristo hermano que se hace cercano a quienes sufren las consecuencias más graves de esta crisis. A pesar de todo, vemos algunas luces en la oscuridad de la noche que nos ayudan a seguir soñando y construyendo un mundo de hermanos. En este sentido quiero invitar a vivir este tiempo “reconociendo los acontecimientos y los signos de esperanza que surgen en la Comunidad y en torno a ella” (PVI). Por citar algunos aspectos:
La importancia de la familia como núcleo básico para poder hacer frente a las medidas preventivas impuestas a la población. Aunque muchos sectores productivos y de servicios han debido pararse, la familia, por el contrario, se ha organizado y ha sacado sus mejores fuerzas para atender las necesidades de cada persona. Ha demostrado ser garantía de humanidad.
La importancia de quienes se dedican a cuidar a los demás. Está siendo especialmente elogiado el papel del personal sanitario, como agente imprescindible en esta crisis. También se ha reconocido la labor esencial de científicos, fuerzas del orden y servicios básicos y de un modo más discreto la de los educadores, sacerdotes y religiosos. En todo caso se ha puesto de manifiesto el servicio que prestan a la sociedad estos colectivos.
La importancia del bien común como medio necesario para asegurar los derechos de cada persona. En muchas ocasiones, se ha tenido que anteponer el bien del otro a la propia libertad. Así
mismo, se ha despertado una creativa solidaridad con los sectores de población más débil que demuestra la gran capacidad de generosidad del ser humano.
La importancia de la globalización. Si bien ha facilitado la rápida extensión de la pandemia, también nos ha hecho ver “que todos vamos en la misma barca… y descubrir que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos” (Orac. del Papa el 27 de marzo).
La importancia de la fe como fuerza interior que da sentido y apoyo en las circunstancias que cada uno está viviendo. Hemos visto testimonios de fe que nos ayudan a darnos cuenta que la vulnerabilidad que vivimos deja al descubierto las superfluas seguridades sobre las que sosteníamos nuestros proyectos. Quizá habíamos abandonado lo que alimenta y sostiene la vida y la comunidad.
El misterio pascual vivido por Cristo arroja luz sobre el mal y la muerte. Sostenidos por esta convicción podemos mirar este momento como posibilidad nueva y hacer que sea fecundo. Ni el mal ni la muerte tienen la última palabra, sino el amor y la vida. «Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora el día de salvación.» (2ª Cor 6, 2). Desde esta perspectiva ofrezco algunas invitaciones:
Es un tiempo favorable para la interiorización y la oración. Las consecuencias de esta pandemia nos han llevado a hacernos muchas preguntas, incluso a atrevernos a preguntar a Dios por el sentido de todo esto. Muchas personas nos piden oraciones por sus seres queridos en dificultad. En la mayoría de las Comunidades no podemos celebrar la Eucaristía pero sí podemos dedicar más tiempo a la oración siguiendo la indicación del PVI: “Revitalizar el encuentro con Jesucristo en la oración… y con las personas, para lograr una intimidad cada vez mayor con Él”.
Es un tiempo favorable para la vida familiar y comunitaria. Estar más tiempo juntos debe servirnos para cuidar las relaciones, el interés por las cosas de la casa, favorecer el diálogo e incluso el ocio familiar y comunitario. Esto es, el espíritu de familia en todas sus expresiones. En todo ello podemos ser creativos. “Compartir las “alegrías y las penas”, los éxitos y los fracasos, para hacer de nuestra comunidad una experiencia gozosa y no un lugar de simple cohabitación (Circular 21) PVI.
Es un tiempo favorable para la formación permanente. El mayor tiempo disponible de estos días es también una oportunidad para la formación permanente. La lectura, la actualización profesional, el estudio en comunidad o familia de algunos temas como los propuestos por la Comisión de reorganización del Instituto, pueden ayudarnos a enriquecer nuestra mente y espíritu.
Es un tiempo favorable para reinventar la misión. Muchos de nosotros nos hemos visto obligados a continuar las tareas profesionales, docentes o pastorales desde la distancia. Ello ha hecho surgir multitud de iniciativas digitales y de formación on-line. Especialmente, hemos visto algunas actividades muy creativas para vivir la Pascua y las celebraciones de Semana Santa a través de los medios de comunicación social. Algunos testimonios de miembros de la Familia Sa-Fa en este sentido nos animan a explorar estas posibilidades que nos da la técnica.
Es un tiempo favorable para la solidaridad. Me preguntaba estos días si solo debemos limitarnos a cumplir las normas dadas por los gobiernos de permanecer en casa. ¿No podemos hacer más gestos solidarios como los que hemos visto en mucha gente? Cuando escribía esto me llegaban fotos desde Filipinas donde la Fraternidad y los Hermanos de Lassang repartían comida a la población del barrio. Hemos de reconocer que ha habido más gestos. Sin duda, tendremos ocasión de ser solidarios y de hacer voluntariado en los próximos meses que serán difíciles para tantas personas.
Es un tiempo favorable para la revisión de vida. Hemos tocado la fragilidad de la vida humana. Incluso, análisis más profundos nos llevan a plantearnos la fragilidad de nuestro planeta amenazado por algunos abusos humanos. Podemos revisar nuestra forma de vida, las consecuencias de nuestro consumo, el cuidado de la naturaleza o el cuidado de la propia salud sin caer en excesos de una parte u otra.
Hagamos que este tiempo sea fecundo y provechoso para nuestro crecimiento como personas y como Hermanos. Que la Sagrada Familia y el V. H. Gabriel acompañen nuestro camino en este tiempo de angustia, de cambio y de búsqueda.
H. Francisco Javier Hernando de Frutos AG
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Roma a 20 de abril de 2020
Queridos Irmãos, membros das Fraternidades Nazarenas, Aspirantes a Irmãos, Comunidades Educativas, Comunidades Cristãs, Catequistas e amigos da Família Sa-Fa: Recebam em meu nome e em nome do Conselho Geral uma saudação fraterna e nossos melhores votos de que o Senhor nos conceda paz e alegria neste tempo da Páscoa.
Contemplar a ressurreição de Jesus abre o horizonte de esperança em um momento difícil para tantas pessoas que sofrem com as consequências do coronavírus, terrorismo, guerras, fome e recessão econômica.
No momento, todos os Irmãos estão bem. O Irmão Basile Ramde, da Comunidade de Ars (França), e o Irmão Victor Sawadogo, da Comunidade de Ouagadougou (Burkina Faso), contraíram o coronavírus, mas graças a Deus eles estão bem. Os demais Irmãos estão confinados em suas comunidades em todos os países. A prudência e o cumprimento das leis devem ser os critérios a seguir.
Recebemos notícias da morte de parentes de alguns Irmãos, parentes de membros da Família Sa- Fa ou amigos dos Irmãos. Colocamos essas pessoas falecidas e suas famílias nas mãos do Senhor, para que possam encontrar misericórdia e consolo nele.
Todas as nossas obras apostólicas estão paralisadas, mas as atividades de ensino on-line são seguidas na média das possibilidades de cada local. As leis dos respectivos governos estão sendo seguidas em todos os casos.
Algumas casas de formação continuam em seu seio a vida cotidiana. Em alguns lugares, os candidatos foram orientados para casa. No momento, Irmãos e formandos estão bem.
A Administração Geral e as Províncias suspenderam reuniões presenciais, reuniões e visitas canônicas agendadas para estes meses. Da mesma forma, alguns Irmãos que teriam que viajar por motivos de missão não puderam fazê-lo e as atividades vocacionais, pastorais e educacionais programadas tiveram que ser suspensas. Tudo isso está gerando uma série de limitações e perdas em todos os sentidos, que se acumulam com o passar dos dias e que terão consequências em nossa vida e missão.
A partir de nosso carisma nazareno devemos encarar esta situação com um senso de solidariedade e responsabilidade. Podemos contribuir com o rosto de Cristo, o irmão que se aproxima daqueles que sofrem as mais sérias consequências desta crise. Apesar de tudo, vemos algumas luzes no escuro da noite que nos ajudam a continuar sonhando e construindo um mundo de irmãos. Neste sentido, quero convidá- los a viver este tempo «reconhecendo os acontecimentos e sinais de esperança que surgem na Comunidade e ao redor» (PVI). Quero citar alguns aspectos:
A importância da família como núcleo básico para enfrentar as medidas preventivas impostas à população. Embora muitos setores produtivos e de serviços tenham parado, a família, ao contrário, organizou e formou suas melhores forças para atender às necessidades de cada pessoa. Provou ser uma garantia da humanidade.
A importância daqueles que se dedicam a cuidar dos outros. O papel do pessoal de saúde, como agente imprescindível nesta crise, está sendo especialmente elogiado. O trabalho essencial dos cientistas, a aplicação da lei e os serviços básicos também foram reconhecidos e, de uma maneira mais discreta, a dos educadores, sacerdotes e religiosos. De qualquer forma, o serviço que esses grupos prestam à sociedade é relevante.
A importância do bem comum como um meio necessário para garantir os direitos de cada pessoa. Em muitas ocasiões, o bem do outro teve que ser colocado na frente da própria liberdade. Da mesma forma, despertou uma solidariedade criativa com os setores populacionais mais fracos, demonstrando a grande capacidade de generosidade do ser humano.
A importância da globalização. Embora tenha facilitado a rápida disseminação da pandemia, também nos fez ver «que estamos todos no mesmo barco … e descobrimos que não podemos continuar cada um por conta própria, mas sim juntos» (Oração do Papa em 27 de março)
A importância da fé como uma força interior que dá significado e apoio nas circunstâncias que cada um está experimentando. Vimos testemunhos de fé que nos ajudam a perceber que a vulnerabilidade em que vivemos colocam em xeque as supérfluas seguranças sobre as quais sustentamos nossos projetos. Talvez tenhamos abandonado o que alimenta e sustenta a vida e a comunidade.
O mistério pascal, vivido por Cristo, lança luz sobre o mal e a morte. Apoiados nessa convicção, podemos encarar este momento como uma nova possibilidade e torná-lo fecundo. Nem o mal nem a morte têm a última palavra, mas o amor e a vida. «Agora é o tempo favorável; agora é o dia da salvação.» (2 Cor 6, 2). Nessa perspectiva, faço alguns convites:
É um momento favorável para a interiorização e a oração. As consequências desta pandemia nos levaram a fazer muitas perguntas, inclusive a ousar perguntar a Deus sobre o significado de tudo isso. Muitas pessoas nos pedem orações por seus entes queridos em dificuldades. Na maioria das comunidades não se pode celebrar a Eucaristia, mas podemos dedicar mais tempo à oração seguindo a indicação do PVI: «Revitalizar o encontro com Jesus Cristo na oração… e com as pessoas, para alcançar uma crescente intimidade com Ele.»
É um momento favorável para a vida familiar e comunitária. Passar mais tempo juntos deve servir para cuidar dos relacionamentos, interessar-se pelas coisas da casa, promover o diálogo e até o lazer da família e da comunidade. Ou seja, o espírito de família em todas as suas expressões. Em tudo isso podemos ser criativos. “Compartilhar as ‘alegrias e tristezas’, os sucessos e os fracassos, para tornar nossa comunidade uma experiência alegre e não um lugar de simples convivência” (Circular 21) PVI.
É um momento favorável para a formação permanente. O maior tempo disponível atualmente também é uma oportunidade para a formação permanente. A leitura, a atualização profissional, o estudo comunitário ou familiar de alguns tópicos, como os propostos pela Comissão de Reorganização do Instituto, podem nos ajudar a enriquecer nossa mente e espírito.
É um momento favorável para reinventar a missão. Muitos de nós fomos forçados a continuar as tarefas profissionais, de ensino ou pastorais à distância. Isso gerou uma infinidade de iniciativas digitais e formação on-line. Especialmente, vimos algumas atividades muito criativas para viver a Páscoa e as celebrações da Semana Santa através das mídias sociais. Alguns testemunhos de membros da Família Sa- Fa a esse respeito nos incentivam a explorar essas possibilidades que a técnica nos oferece.
É um momento favorável para a solidariedade. Eu me indagava nestes dias se somente devemos nos limitar em seguir as regras dadas pelos governos para ficar em casa. Não podemos fazer mais gestos de solidariedade como os que vimos em muitas pessoas? Quando escrevi isto, chegaram-me fotos das Filipinas, onde a Fraternidade e os Irmãos de Lassang distribuíam comida para a população do bairro. Temos que admitir que houve mais gestos. Sem dúvida, teremos a oportunidade de mostrar solidariedade e voluntariado nos próximos meses, tempo que será difícil para tantas pessoas.
É um momento favorável para a revisão de vida. Tocamos a fragilidade da vida humana. Uma análise ainda mais profunda nos leva a considerar a fragilidade do nosso planeta ameaçado por alguns abusos humanos. Podemos revisar nosso modo de vida, as consequências de nosso consumo, o cuidado da natureza ou o cuidado de nossa própria saúde sem cair em excessos de uma ou de outra parte.
Tornemos este tempo fecundo e proveitoso para o nosso crescimento como pessoas e como Irmãos. Que a Sagrada Família e o Venerável Irmão Gabriel acompanhem nosso caminho neste tempo de angústia, mudança e busca.
Irmão Francisco Javier Hernando de Frutos AG