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Nuestra presencia de Hermanos de la Sagrada Familia en Argentina responde, históricamente, a un deseo de la Congregación de abrir, a principios del siglo XX, otro campo pastoral además del Uruguay, donde la presencia de los Hermanos se había afianzado suficientemente en veinte años de actividad. Lugar de fundación fue Tandil, que pertenecía a la jurisdicción del obispado de La Plata. (Pcia. de Bs. As.)

          Once fundaciones más han seguido; unas, motivadas por razones pastorales como «El Salvador», el asilo de niños «Martín Rodríguez», «Santa Juana de Arco», «La Inmaculada», «Gabriel Taborin»; otras, por motivos específicamente orientados a la pastoral vocacional, que fue preocupación de la Provincia desde sus orígenes, como «Alta Córdoba», «Institución Escuti», «Sagrada Familia» de Azul, «San José» de Bell Ville, «Sagrada Familia» de Casilda.
«Villa Sagrada Familia» (ex «Villa San José») fue adquirida para descanso de los Hermanos y aspirantes.

          El Colegio «Sagrada Familia» de Buenos Aires fue abierto para facilitar la formación profesional de los Hermanos y para ofrecerles hospitalidad, como lugar de paso.

           La Comunidad «Hermanos de la Sagrada Familia» en Santa María, fue erigida con una decidida intención misionera.
La finalidad inicial de algunas fundaciones ha cambiado, con el pasar del tiempo, para adaptar su misión a las nuevas exigencias. Como sucedió desde los comienzos de la Congregación, algunas obras debieron ser transferidas a la Diócesis respectiva.

           Un proceso de inculturación del carisma se ha llevado a cabo, desde la creación de nuestra Provincia, hecho que aún perdura por ser de carácter dinámico.

          La identidad del Hermano de la Sagrada Familia, en nuestra patria, es fruto de un mestizaje de culturas: lo criollo y lo europeo.

          La profundización del carisma, a que nos ha conducido el Concilio Vaticano II, ha enriquecido este proceso destacando los valores nazarenos y permitiéndonos un discernimiento más lúcido y objetivo de los mismos. Un fruto de este camino ha sido nuestro compromiso con la Causa de Beatificación de nuestro querido Padre Fundador.

           El carisma y la misión compartidos son para nosotros una novedad del Espíritu y expresión de los signos de los tiempos, que nos invitan a resignificar nuestro ser Hermanos en el horizonte de una nueva eclesialidad.

           A partir de esta nueva situación han surgido entre nosotros la dedicación a la Pastoral Juvenil con identidad carismática, las Fraternidades Nazarenas, la Asociación de la Sagrada Familia, los intentos de una formación inserta en medios pobres, la reubicación de algunas de nuestras comunidades…

          Agradecidos por esta historia y sus protagonistas, queremos continuar con fidelidad creativa a la obra que con amor construyeron los Hermanos que nos precedieron.