Una mirada al futuro, como Iglesia sinodal.
Convencidas/os de haber vivido una auténtica experiencia de sinodalidad, con el corazón agradecido y lleno de esperanza, concluimos el III Seminario de Familias Carismáticas, que se realizó en Lima, Perú del 4 al 6 de abril de 2025.
En este hermoso espacio y en este tiempo privilegiado, en respuesta a la convocatoria de la Comisión de
Familias Carismáticas de la CLAR –Confederación Latinoamericana de Religiosas/os–, nos congregamos laicas/os y religiosas/os de diversos países de América Latina y el Caribe, asumiendo como moción del Espíritu la escucha, el discernimiento y la proyección de una Vida Religiosa y Laical que, desde la diversidad de carismas, apuesta por el fortalecimiento de una Iglesia Sinodal.
No solo reflexionamos, también soñamos juntas/os, discernimos, compartimos la vida y avivamos
la llama de un futuro eclesial que ya está en marcha.
Todas/os juntos profundizamos en la realidad de las Familias Carismáticas en el contexto de la sinodalidad, promoviendo estructuras eclesiales más inclusivas y participativas. Abordamos cuestiones clave sobre la relación de comunión entre los miembros de las Familias Carismáticas, el llamado a una Iglesia en salida, el rol de los cristianos laicas/os en la vida y la misión de la Iglesia, y la importancia de los itinerarios formativos, seguras/os de que el Espíritu Santo impulsa y da sentido a su misión profética como discípulos misioneros de Jesús.
Nos sentimos llamadas/os, interpelados por el papa Francisco que nos dice: la novedad del Evangelio es fiesta, es alegría, es libertad. A la novedad, novedad; a vino nuevo, odres nuevos. No hay que tener miedo de cambiar las cosas según la ley del Evangelio, que es una ley de la fe. La Iglesia nos pide a todas/os dejar de lado las estructuras anticuadas que no sirven y retomar los odres nuevos del Evangelio (Cf. Sept. 2025).
Tomamos conciencia de los obstáculos que nos impiden avanzar y de los pasos necesarios hacia una Iglesia más participativa y corresponsable. Pusimos en común el fruto de la Conversación en el Espíritu, destacando la importancia de caminar juntas/os hacia lo nuevo, comprendiendo que el carisma no es patrimonio exclusivo de una congregación, sino de toda la Iglesia, y subrayando la necesidad de contextualizar los carismas en la vida diaria, para producir los frutos necesarios para las nuevas realidades sociales y eclesiales.
Recordamos que muchas fundadoras/es de congregaciones fueron laicas/os comprometidos, lo cual reitera que los carismas no son estáticos, sino vivos y transformadores. En este espíritu, reafirmamos la urgencia de “hacer y aprender juntas/os”, fomentando la creatividad, la corresponsabilidad y la formación conjunta entre laicas/os y religiosas/os, donde la participación activa en los espacios de decisión es esencial.
La verdadera Familia Carismática no es una continuidad del pasado ni una solución funcional ante la falta de vocaciones sino una comunión de comunidades unidas por un carisma común al servicio de una misión compartida.
Nos llevamos la certeza de que el Espíritu nos está empujando hacia una Iglesia donde la comunión, la participación y la misión compartida es una experiencia posible; donde la diversidad de carismas no divide, sino que fecunda y da vitalidad a la extensión del Reino; donde religiosas/os y laicas/os somos corresponsables de la misión común, desde una misma pasión por Jesús y por su Evangelio.
Asumimos con convicción que la sinodalidad es un camino; no es una moda, es el modo de ser Iglesia hoy y para el futuro. Y en ese camino, las Familias Carismáticas somos llamadas a ser semillas del Reino, comunidades vivas que anuncian la esperanza en medio de un mundo herido, comunidades que se atreven a transformar estructuras para dar espacio al vino nuevo del Espíritu.
Nos comprometemos a:
Construir procesos de formación compartida que integren laicas/os y religiosas/os desde la riqueza del carisma común.
Caminar en comunión, sabiendo que solo juntas/os –en corresponsabilidad, escucha y discernimiento– podremos responder a los desafíos de hoy. Ser comunidades inclusivas y participativas, donde cada persona encuentre un lugar y una misión en atención a su vocación.
Proponer y diseñar estructuras desde la fidelidad creativa, para que el carisma siga hablando al corazón del mundo actual.
Hoy el Espíritu nos urge a renovar nuestros odres, a dejar atrás lo que ya no da vida y a arriesgarnos con fe a lo nuevo, a lo desconocido, pero también a lo fecundo.
Que las palabras de Jesús nos acompañen a la vuelta a nuestras comunidades y nos animen a dar el próximo paso necesario para caminar en sinodalidad hacia la conformación de nuestras Familias Carismáticas con las intuiciones que nos conducirán hacia la Iglesia del futuro. Que el testimonio de nuestras Fundadoras y Fundadores, mujeres y hombres del Espíritu, nos anime e impulse a realizar los cambios que el Pueblo de Dios nos pide y los signos de los tiempos nos reclaman.
Volvemos a nuestras comunidades con la alegría de haber caminado juntas/os, con la certeza de que este es solo el comienzo, y con el impulso de ser Iglesia en salida, Iglesia sinodal, Iglesia de puertas abiertas, haciendo que nuestras Familias Carismáticas sean signos vivos de comunión, fraternidad y esperanza para toda la Iglesia. ¡Sigamos caminando! ¡El Espíritu nos precede!
Familias Carismáticas. Lima, 6 de abril de 2025.